No hace falta viajar doce horas en avión para conocer una cultura diferente y ancestral; comer extremadamente bien; escuchar fonemas ininteligibles y descubrir tradiciones nobles. Digo que no hace falta porque todos estos ingredientes tan ‘exóticos’ los podemos encontrar bien cerca: en Euskadi.
El pasado fin de semana fuimos invitados por Bizkaia Costa Vasca a conocer una pequeña pero preciosa porción de esta región. Nos dejamos seducir por los agrestes acantilados que aparecen cuando la tierra besa un mar cantábrico siempre bravío; descubrimos a bordo de un pesquero lo que debe experimentar una gaviota que planea por la ría de Bilbao y pasa por debajo del puente de Portugalete; y entendimos un poco mejor la estrecha relación que tiene un pueblo con el mar. De algunas de estas experiencias hablaremos en otra ocasión, pues hoy toca explicar qué se siente al enfundar una cesta punta y encararse al frontón más bonito del mundo.
Desde que era pequeño asocio el País Vasco a marineros curtidos, pintxos en tabernas, y al ruido de las pelotas que golpean los verdes frontones. En anteriores visitas a la zona ya había podido degustar su elaborada gastronomía y también sufrir unas lluvias que escasean en el Mediterráneo. Esta vez, sin embargo, me pude poner en la piel de un pelotari en el mejor escenario posible: el Jai Alai de Gernika.
El Jai Alai (literalmente fiesta alegre) es el nombre que recibe un magnífico frontón situado en el corazón de la ciudad que retrató Picasso, a escasos metros de la Casa de Juntas, embrión político vasco. Fue diseñado por el arquitecto Secundino Zuazo en 1963 y su construcción apenas demoró un año. Hoy presenta un magnífico aspecto gracias a la rehabilitación que se acometió en 2008. Entrar en este templo de la pelota y escuchar los golpes secos contra la pared de mármol negro eriza el bello a cualquiera. Allí conocimos a dos leyendas de la cesta punta: Gonzalo Beaskoetxea (campeón del mundo y padre del actual mejor pelotari del planeta) y Edorta Basterretxea, un apasionado de este deporte y gran profesor. Entre los dos nos transmitieron el amor que se puede llegar a tener por una tradición tan propia y nos explicaron los entresijos de este deporte.
Desconocía, por ejemplo, que las pelotas contenían un pequeño núcleo de piedra al que se añadían diferentes capas de cuero hasta darle forma. Su elaboración aún hoy es completamente artesanal y por eso el precio de cada pelota asciende a más de 100 euros. Además, debido a los duros golpes que les dan contra la pared (la hacen viajar a más de 300 kilómetros por hora, convirtiendo la cesta punta en el deporte de pelota más veloz del mundo) después de cada partido les hacen descansar unos tres meses antes de volver a ser ‘machacadas’. En algunos casos, incluso, deben pasar por ‘enfermería’ para cambiar el cuero exterior.
La otra parte indispensable de este juego –y que lo hace aún más peculiar– es la cesta que se enfundan los pelotaris. Esta prolongación del brazo, elaborada también de manera artesanal con madera de castaño y mimbre, se acopla a la mano gracias a un guante de cuero. El coste de uno de estos ejemplares, que dicho sea de paso tienen una vida útil de pocos meses, ¡es de más de 500 euros! Al principio uno se siente un poco Eduardo Manos Tijeras, pero al poco rato la cesta se convierte en parte del cuerpo.
Después de una agradable charla sobre la historia del deporte y las particularidades del juego pudimos saltar a la cancha. Nos apretamos bien una cesta (que varía según el tamaño del pelotari) y empezamos a practicar el golpeo contra la pared. A diferencia del frontón, la cesta punta conlleva cierta dificultad inicial. Para golpear bien hay que estirar totalmente recto el brazo, mantener la muñeca extendida y hacerlo girar sin rigidez por encima de nuestra cabeza, como una noria. Si las instrucciones por escrito no quedan claras en la pista aún menos, y lo más normal es mandar la pelota directamente al suelo y dar gracias por no golpearte con la cesta. Al ver jugar a los profesionales, en cambio, sus movimientos son naturales y perfectos, y parecen emular una danza solitaria. A parte del golpeo clásico existe otro tipo, el revés, que a pesar de parecer más heterodoxo permite afinar mejor la puntería. Sea como sea, llegar a pelotear en condiciones con un compañero no es cosa de una mañana sino de unas cuantas mañanas.
Sudados pero satisfechos tras haber emulado a los grandes pelotaris vascos de cesta punta (hoy los mejores viven en países como Estados Unidos, donde aún se juegan ligas regulares) aparcamos el guante y las pelotas para descansar en alguno de los 1.500 asientos que posee el Jai Alai. Observar la magnitud de este pabellón completamente vacío mientras recuperábamos el aliento fue una experiencia casi mística. Ahora solo falta volver al Jai Alai un día de partido, y prometo no morir antes de hacerlo.
Jai Alai de Gernika-Lumo (Bizkaia)
Dirección: Carlos Gangoiti, 14
Horarios: de lunes a domingo de 16 a 19 horas
Entrada: libre (excepto los días de partido)
Visitas guiadas: los sábados a las 11 horas (5€)
Página web: http://gernikajaialai.blogspot.com.es/
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San Sebastián: calidad gastronómica al cuadrado, Una experiencia inolvidable en Euskadi, El Anillo Verde de Vitoria-Gasteiz.
Cada ciudad tiene su sello, una huella digital que la identifica. San Sebastián debe su fama a su innegable belleza, a su urbanismo y buen gusto, su arquitectura, el aire refinado que se respira en su bahía y por supuesto al afamado Festival de Cine que lleva su nombre y que cada año la pone en el mapa mundial. Pero si hay algo que la define y le otorga reconocimiento en medio mundo, es el haber convertido la gastronomía en un arte.
Nada más y nada menos que tres restaurantes con tres estrellas Michelín (la calificación más alta posible) se encuentran en San Sebastián y sus alrededores, ellos son: Martín Berasategui, Arzak y Akelarre. Con dos estrellas, Mugartiz y otros tres, Kokotxa, Mirador de Ulía y Miramón Arbelaitz, siguen la estela con una estrella Michelín. En total suman 14 estrellas Michelín, convirtiendo a San Sebastián en una de las ciudades del mundo con mayor número de estrellas Michelín por metro cuadrado, más incluso que la mismísima París.
¿Pero qué condiciones debe reunir un restaurant para recibir tal reconocimiento? Aunque se trata de un criterio muy subjetivo, y a menudo criticado por críticos y hosteleros, se premia básicamente la calidad, la dedicación y la creatividad en la elaboración de los platos, que poco tiene que ver en sí con el lujo o el confort del establecimiento. La Guía Michelín se ha convertido en todo un referente de prestigio en el sector y es por eso que una mención ya garantiza un sitio en el Olimpo de la gastronomía.
La fama de San Sebastián en el ámbito de la buena cocina es tal, que incluso cuenta con su propia facultad de Gastronomía. Se trata del Basque Culinary Center, una nueva institución (abrió sus puertas en 2009) dependiente de la Universidad de Mondragón que se especializa en formar a profesionales en las artes culinarias. Ofrece títulos de grado en gastronomía, así como un Máster en gestión de restaurantes y cursos para interesados en el tema.
Bien se sabe que este tipo de cocina no complace mucho (o en absoluto) al bolsillo, pero por otro lado eleva la calidad gastronómica de la ciudad y contribuye en buena parte al desarrollo e interés que genera San Sebastián como foco turístico en el norte de España, ciudad que además cuenta con una excelente variedad de alojamientos. Aún así, existen iniciativas interesantes, como visitas guiadas por los sabores de San Sebastián, que con precios mucho más asequibles, acercan al visitante a la exquisita experiencia del pintxo con una calidad igualmente extraordinaria. Aunque también es perfectamente válido ¿por qué no? crear nuestra propia ruta y seguir nuestro instinto culinario.
Confieso que desde pequeño la acrofobia ha sido una de mis mayores miedos. Sin embargo, he descubierto que uno de los mejores antídotos para vencerlo es saber que si le ganas la partida tendrías a tu disposición imágenes de la naturaleza que sólo volando se pueden apreciar.
Así fue cómo hace casi un par de meses, nos encontrábamos en el Valle de Louron en los Altos Pirineos (Francia), famoso por su perfecta geografía y climatología para practicar el salto en parapente. Allí surgió la posibilidad de hacer un vuelo y romper con el maleficio de la acrofobia. En un principio estaba renuente, pero después de ver aterrizar a un adolescente de unos 13 años fue la mejor motivación para decir: ¡Yo puedo!
Y de esta forma descubrí un impresionantes paisajes que se dibujaron en mi vista tras descender 800 metros. Espero que lo disfrutes tanto como yo lo hice ¡Aunque las imágenes sugieran lo contrario!
A pesar de contar con un par de ciudades coloniales destacadas (Granada y León) y una naturaleza variada y exuberante, el país centroamericano aún no está en la agenda de la mayoría de turistas europeos y americanos quienes, injustamente, acaban eligiendo siempre la vecina Costa Rica. Nicaragua mantiene tristemente la segunda posición en el ránking de países más pobres de todo América (solo tiene detrás al olvidado Haití), sin embargo es el tercer país más seguro del continente, y el primero de Centroamérica. Además de este dato (de gran valor para la mayoría de viajeros), en sus límites territoriales se hallan lagos, montañas, volcanes, playas ideales para surferos, playas ideales para el buceo, ciudades coloniales así como poblaciones indígenas y selvas impenetrables. Y todo, a mitad de precio que en Costa Rica.
El país limita al norte con Salvador y Honduras; al sur con Costa Rica; al este con el Caribe; y al oeste con el Pacífico, y está dividido en dos por una línea imaginaria que lo parte de norte a sur justo en su mitad. La mayoría de la población habita en la zona central y del Pacífico, la más desarrollada, mientras un inmenso territorio despoblado y hogar de múltiples etnias aguarda en la parte este, la que da al Atlántico. En 1972 un terremoto barrió Managua, la capital, y derrumbó casi todos los edificios construidos. Este acontecimiento, que se llevó la vida de más de 15 mil personas, obligó a refundar la ciudad, y ha acabado siendo fea, caótica y sin apenas atractivos turísticos. Por ello, la mayoría de los turistas que aterrizan en el pequeño pero confortable Aeropuerto Augusto César Sandino (apúntate este nombre si no lo conoces) se desplazan de inmediato a otras latitudes.
Dos son las ciudades coloniales que lucharon por ser la capital del país: la conservadora y coqueta Granada y la popular y libertaria León. En Granada, a escasa hora de Managua en coche, se recomienda pasear tranquilamente mientras se disfruta de sus casas de colores cuidadas con esmero. También destaca la catedral colonial, con su característico amarillo chillón, y un paseo llamado La Calzada, en el que se encuentran la mayoría de bares. Si tomamos esta calle llegaremos directamente al Lago Nicaragua, el más grande del país, y en el muelle podremos tomar una barca y visitar Las Isletas. Cerca de Granada se encuentra el majestuoso volcán Mombacho, que se puede subir a pie en unas cuatro horas. Otra interesante opción si vamos en coche es parar en el volcán Masaya de vuelta a Managua. Aunque de menores dimensiones, el Masaya se puede visitar durante todo el día, pero lo óptimo es acercarse al cráter cuando anochece para contemplar el color rojo intenso de la lava que aparece entre la humareda. Cerca se creó la Laguna de Apoyo, un precioso lago situado en el cráter de otro volcán. Sus aguas son cristalinas y desde un mirador en el vecino pueblo de Catarina podremos observarla mientras tomamos un helado.
Al noroeste de Managua está la segunda urbe más importante del país y antigua capital de Nicaragua: León. Esta ciudad colonial, feudo del sandinismo, es más grande que Granada y aunque tal vez no está tan cuidada el espíritu que transmite es mucho más auténtico. En León destaca su catedral barroca colonial, una de las más antiguas del continente, y en la misma plaza (en la que podremos combatir el calor tomando un fresquísimo raspado) se ubica el Museo de la Revolución, un viejo palacio de justicia desvencijado que actualmente es la sede social del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Allí, entre murales, fotografías y objetos de la guerra civil de los ‘80, un veterano soldado sandinista explica a los visitantes la historia de la sublevación y el papel que jugó León en el conflicto. Además, a cambio de una propina es posible subir a la azotea desde donde se tienen excelentes vistas de la ciudad. El tercer enclave importante de León es el Museo Rubén Darío, la casa donde nació y vivió el escritor más notable del país y principal orgullo patrio. Y los amantes de la aventura no pueden dejar pasar la oportunidad de bajar con trineo o con tabla la ladera del volcán Cerro Negro, el más joven de la región y uno de los más activos. Después de una corta excursión de casi una hora, en la que obtendremos magníficas vistas de la región, y tras embutirnos en un mono de mecánico nos podremos deslizar por la arena negra de la montaña a alta velocidad.
En la siguiente entrega os explicaremos qué aguarda el sur y la costa Caribe nicaragüense, y también os desvelaremos qué mágica isla enclavada en medio de un lago y formada por dos volcanes no podéis dejar de visitar.
Pocas ciudades de Europa evocan una energía como la que emite Praga. Si bien es cierto que una enorme cantidad de turistas se mueve constantemente por las calles, en especial las del casco antiguo, este hecho no le ha robado la esencia a la ciudad y su estética se mueve entre lo antiguo y lo moderno, lo oscuro y lo colorido. Tiene el privilegio de estar entre las 20 ciudades más visitadas del mundo, gracias a la indiscutible belleza de sus edificios, pero también por toda la historia que se ha tejido en sus calles.
Praga es célebre por una serie de monumentos que deben verse en cualquier visita, el Puente de Carlos, el Reloj Astronómico, el Castillo de Praga, la Catedral de San Vito o la Casa Danzante son algunos de ellos. Pero toda ciudad tiene curiosidades únicas que no forman parte de los circuitos más visitados y que escapan de lo convencional. En este sentido Praga no se queda atrás. Hoy compartimos algunos de estos sitios por los que merece la pena volver a Praga.
La ventaja de presenciar una representación de este arte checo, es que al ser mudo, el idioma extranjero no presenta un problema. Se trata de un original estilo de teatro donde los actores visten de negro y se mueven en un escenario igualmente negro, creando un set donde los curiosos efectos se llevan a cabo con objetos fosforescentes y luces negras. Su obra más famosa es Aspects of Alice, sobre las vivencias de Alicia después de dejar del país de las maravillas.
Museo dedicado a uno de los personajes más ilustres de Praga, Franz Kafka, que bien puede considerarse como una de las voces más influyentes de la literatura del siglo XX. La exhibición se divide en dos partes: “Espacio existencial”, donde podemos sumergirnos en el universo de Kafka y entender como la ciudad de Praga moldeó su trabajo. La segunda parte “Topografía imaginaria”, indaga sobre los posibles sitios de Praga donde se podrían desarrollar sus historias, nunca especificadas en sus relatos.
Un muro cualquiera del barrio de Malá Strana que comenzó a tener significado después del asesinato de John Lennon en 1980. Lennon era adorado en Praga y visto como un héroe cuyos mensajes estaban prohibidos por el régimen comunista por considerarlo de corte subversivo. Tras su muerte, surgió una primera pintada con mensajes pacifistas, que por más que eran borradas por las autoridades, volvían a aparecer. Desde entonces nada ha cambiado, excepto la apariencia del muro que se transforma constantemente.
En realidad no se trata de una calle, más bien es una estrecha escalinata con el ancho suficiente para que transite una sola persona a la vez. De hecho, para evitar colisiones, se ha instalado un semáforo con un pulsador en ambos extremos. Puedes llegar a ella en el número 24 de la calle U luzickeho.
Por fortuna, Praga es una ciudad que cuenta con muchísimas opciones de alojamiento, desde el hostel para estudiantes hasta el más lujoso 5 estrellas. Praga cuenta con vuelos directos, y en muchas ocasiones conviene reservar un combinado de hotel y vuelo para conseguir mejores precios.
No hace falta hacer un gran esfuerzo para describir las playas de Menorca. Incluso aquellos que aún no conocen la paradisíaca isla mediterránea, tendrán conocimiento de la transparencia de sus aguas, lo espectacular de sus acantilados y la belleza de sus calas. Menorca es sin duda, un sitio ideal para sentir el Mediterráneo, vivir el verano y desconectar.
Pero Menorca es también un paraíso para los amantes de la adrenalina y la aventura. ¿Quién dijo que la única forma de disfrutar de la playa y el mar es tumbarse en la arena? Menorca tiene una variada oferta de actividades para poner el cuerpo en movimiento y comenzar a hacer un turismo activo, cambiando la forma de conocer las playas y calas más espectaculares y los acantilados más imponentes, logrando un contacto más directo entre la naturaleza y tu cuerpo.
Menorca es historia y patrimonio, pero también es naturaleza y aire libre y una forma muy especial de recorrerla es a través de sus rutas. Una muy particular es el Camí de Cavalls, una ruta de senderismo que abarca 180 kilómetros del perímetro de la isla, atravesando bosques, calas y campos. Lo más interesante son las alternativas para hacerlo: a pie, en bicicleta o a caballo, esta última opción representa la mejor manera de entrar en contacto con la arraigada cultura ecuestre que hay en Menorca. Aunque si eres más aventurero puedes hacer este recorrido volando en parapente.
Si eres más de mar que de tierra, has llegado al sitio indicado, Menorca tiene la geografía ideal para practicar todas las actividades acuáticas, desde las más tranquilas hasta las más extremas, para disfrutar del agua y el sol. Las actividades incluyen kayak de mar, stand-up paddle, motos acuáticas, vela, windsurf y submarinismo, tanto si te estás iniciando en alguna de estas disciplinas o bien si eres un experto. Y si te gusta la navegación puedes alquilar una embarcación y ser capitán por un día.
Si te gustaría formar parte de alguna de estas experiencias, puedes hacerlo a través del concurso que Turismo de Menorca ha diseñado y en el que se sortearán 3 packs multiaventura para dos personas que incluyen una excursión en kayak de medio día, una salida en barco por un día completo y una comida. Si quieres ganar sólo tienes que elegir con qué tipo de actividades te gustaría descubrir Menorca y de esta forma tener un verano lleno de nuevas sensaciones.
Para nadie es un misterio que la costa del Mediterráneo y todo el norte de África es una región extremadamente caliente en verano, y Marruecos no escapa a esta realidad. Siempre es más recomendable viajar a este país en primavera u otoño, cuando las temperaturas son más suaves, aún así si decides viajar a Marruecos en verano, estos son algunos consejos que pueden hacer tu viaje más llevadero.
Un aspecto importante a saber es que Marruecos tiene varias zonas climáticas bien diferenciadas, y dependiendo del destino que escojas estarás expuesto a temperaturas marcadamente diferentes. La zona norte que incluye las montañas del Rif y toda la costa mediterránea y atlántica, tiene temperaturas más suaves y frescas.
Casablanca. Foto: Phillip Lange via Shutterstock
Si por ejemplo decides visitar Casablanca o Rabat, verás que a pesar del calor, la brisa fresca del mar baña toda la costa. Si por otro lado decides visitar el interior del país, es aquí donde debes tomar precauciones extras para que las altas temperaturas no te estropeen el viaje. Especial atención con las ciudades de Fez, Marrakech o Mequinez, donde los días normales de verano se sobrepasan los 40º con facilidad y la sequedad del aire es extrema.
Aunque no luce muy alentador pasar tus vacaciones a esas temperaturas, siguiendo estos consejos básicos no tendrás mayores problemas.
La buena noticia es que el verano no es una época muy popular para viajar a Marruecos y es posible conseguir billetes a buen precio, considerando opciones con vuelo24.es. De cualquier forma, más allá del mes del año que escogí para viajar, Marruecos es un país que me cautivó y al que definitivamente volveré, aunque probablemente lo haga en primavera.
El Rocío, Huelva. Foto: danilobiancalana via Shutterstock
Este calificativo puede que sea polémico, pero en 2007 Huelva fue nombrada la población más soleada de España, gracias a un total de 3.120 horas de sol que recibió ese año. Recibir este nombramiento en un país donde el sol es uno de los imanes del turismo, no se puede tomar a la ligera, no en vano, muchos nórdicos habitan en la ciudad y muchos otros la visitan cada año buscando ese elemento que tanto escasea por sus latitudes.
Huelva está muy ligada al descubrimiento de América, básicamente porque muy cerca de allí, en Palos de la Frontera, fue donde se gestó el primero de los viajes que Colón realizó en busca de las Indias, y en adición, muchos de los tripulantes de esa primera expedición eran onubenses. Si quieres ver una réplica de las carabelas de Colón, Palos de la Frontera es el sitio.
Uno de los símbolos de Huelva también está relacionado al Nuevo Mundo, el Monumento a la Fe Descubridora es una estatua de 37 metros de altura que hace homenaje a Colón y a las culturas azteca, inca, maya y cristiana. Se encuentra en la confluencia de los Ríos Tinto y Odiel. Aunque otras ciudades como Cádiz y Sevilla se vieron más beneficiadas por las riquezas de América, Huelva es una ciudad que actualmente está orgullosa de su legado, sus espacios naturales y su gastronomía.
Huelva es además un imán por sus eventos de carácter religioso que se dan a lo largo del año, manifestaciones que son visitadas no sólo por los locales ya que se han convertido en un fenómeno cultural inseparable de la ciudad. La Romería del Rocío y la Semana Santa de Huelva, son dos eventos que debes presenciar en una viaje a Huelva.
Barrio Inglés. Foto: M.V. Photography via Shutterstock
En un viaje a Huelva no debe faltar una visita a las playas de la Costa de la Luz, en especial las de Lepe donde se encuentran la playa de Islantilla y Nueva Umbría, o las de Almonte que se adentran en el Parque Nacional de Doñana, un espacio natural protegido que alberga numerosas marismas, sobre todo hacia el delta del Guadalquivir, hogar de miles de especies y sitio buscado por muchos para ver los colores del atardecer. También es posible admirar este fenómeno en las marismas de la desembocadura del Río Odiel.
Pero no todo es naturaleza en Huelva, su casco antiguo que fue castigado por el fuerte terremoto que asoló a Lisboa en el siglo XVIII, ha sido reconstruido y hoy en día hay una cantidad de obras de gran belleza, dotándola de un patrimonio invaluable. La estación de tren, el Gran Teatro, la Casa Colón o la Catedral de la Merced son algunos de los trazos de historia de esta ciudad que no cesa de sorprender al visitante. No hay excusas posibles cuando las opciones existentes de alojamientos en Huelva es sumamente variada y para complacer todos los gustos.
A lo largo de la historia ha habido innumerables guerras entre naciones para conseguir un pedazo de costa, una salida al mar, por pequeña que fuera. Algunos aún hoy se lamentan de haber perdido su ración de océano, como Bolivia, que curiosamente mantiene una fuerza naval que se adiestra en el lago Titicaca. Otros, en cambio, parecen no ser plenamente conscientes de lo afortunados que son por tener mar. Uno de estos casos es Brasil. El coloso sudamericano tiene más de siete mil kilómetros de costa, desde la Guayana francesa hasta Uruguay; y representa uno de los paisajes más bellos –y olvidados– del país.
La costa nordestina de Brasil se traduce en kilométricas playas solitarias, pueblos humildes y sobre todo sol y calor. Podemos atacar este tramo desde São Luís, la única capital colonial de origen francés. La capital de Maranhão –cuyo centro fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997– es una bonita ciudad abandonada a su suerte que cuenta con más de 3.500 edificios monumentales. Merece la pena pasear por sus irregulares calles y visitar casas de arquitectura luso-brasileña como el Palacio La Ravardiére o el Convento de las Mercedes. Si nos encontramos en junio podemos presenciar un gran espectáculo: el bumba meu boi (levántate, mi buey), un ritual folclórico de origen indígena típico de la región.
Sin embargo, quien aterriza aquí tiene en mente otro destino situado a cuatro horas en autobús: el Parque Nacional dos Lençóis Maranhenses. Los lençóis (sábanas en portugués) son un auténtico paraíso terrestre, un espectáculo visual difícil de superar. Se trata de un pequeño desierto ondulado que desemboca en el Atlántico, moteado de lagunas de aguas azules, producto de toda una temporada de lluvias. La mejor época para ir es de junio a setiembre, ya que durante la estación seca el agua de los lençóis se evapora. Para llegar hasta aquí es preciso pasar por el aro y subirse a un jeep turístico, pero merece la pena. Una vez allí se puede dar un solitario paseo entre dunas y chapotear en las cristalinas aguas dulces mientras tiene lugar una de las mejores puestas de sol posible. Los más afortunados contratan una avioneta para contemplar las sábanas desde las alturas.
Viajando siempre hacia el este, la siguiente parada del viaje recomendada es Jericoacoara, o Jeri, como la apodan los lugareños y los visitantes fieles. Jeri era un pequeño pueblo de pescadores aislado y de muy difícil acceso que se ha convertido en la meca de los deportistas que practican kite surf. Hoy es un pueblo turístico abarrotado de bares y restaurantes que sólo conserva la arena de playa en sus calles; la única manera de moverte por el pueblo es a pie o en buggie. En Jeri se puede practicar kite surf, jugar a fútbol en la playa o pasarse un día entero en una laguna cercana coco en mano. Y tal como pasa en los lençóis, algo que no nos podemos perder es ver la puesta de sol desde la gigantesca duna que hay a orillas del mar. Estaremos rodeados de otros turistas y lugareños, pero a cambio podremos comprar una caipirinha mientras vemos esconderse el sol en el Atlántico.
Cabe la posibilidad de hacer toda la costa nordestina en buggie o jeep, pero si nos decantamos por esta opción hay que preparar bien la cartera y tener alma aventurera. Para aquellos que no le sobren días es recomendable priorizar las paradas y no intentar abarcarlo todo, puesto que se necesita mucho tiempo para desplazarse de un pueblo a otro.
Si quieres leer más artículos publicados sobre este viaje visita los siguientes enlaces:
El Amazonas, la espina dorsal del Brasil.
Nos ocurre con demasiada frecuencia: valoramos más lo de fuera que lo de casa. Parece que tengamos que tomar un avión y viajar a la otra punta del planeta para alucinar con un paisaje, un edificio o una comida. Hoy, sin embargo, queremos reivindicar la historia local, en concreto la historia de Catalunya, a través de la visita a una masía-bodega. Invitados por Caves Bohigas, tuvimos el placer de conocer los entresijos de un negocio vinícola regentado por la misma familia desde….¡¡el siglo XIII!! Aprendimos sobre arquitectura, tradiciones, gastronomía y vinos.
La finca Can Macià se encuentra en Ódena (Igualada), a unos 40 minutos en coche de Barcelona y a escasos 200 metros de la autovía A-2. Se accede a través de un encantador camino arbolado que rodea las viñas, y se puede aparcar fácilmente delante del patio principal, donde se halla una amplia explanada. La masía, con más de 800 años de antigüedad y clasificada de interés histórico y artístico, cumple los cánones arquitectónicos de este tipo de edificación catalana. Su tejado es a dos vientos, e incrustadas en sus imponentes muros sobresalen las piedras de la puerta de acceso. La distribución interna de los espacios sigue los patrones de la época, y está orientada al sur, lo que facilita que un precioso reloj solar -de gran utilidad antaño- informe de la hora mientras haya luz natural. El patio de ingreso acoge, además, una curiosa exposición de utensilios que se usaban para la producción vinícola tiempo atrás.
A la izquierda del edificio central se encuentra la bodega. En el primer piso se pueden ver las cubas metálicas en las que elaboran actualmente sus caldos, pero unas escaleras en bajada adentran instantáneamente al pasado; allí se encuentra la bodega. El silo de Can Macià es oscuro y está repleto de botellas de cava empolvadas. Aunque el negocio principal de la familia sea el cava (producen medio millón de botellas al año, la mayoría destinadas al mercado internacional), también embotellan vino tinto y blanco.
En el recorrido por la casa principal se descubren preciosos espacios comunes: el salón donde comía la familia, estancias en las que charlaban las mujeres y otras en las que los hombres discutían de negocios. Y todas las salas están decoradas con elementos auténticos de la época: mantelerías, cuberterías, mobiliario o utensilios que precisan de explicación para entender su utilidad obligan a escrutar con detenimiento cada rincón. En el primer piso también se pueden recorrer los dormitorios, y en un lateral el despacho en el que trabajaba el cabeza de familia de cada generación.
Como en toda finca regia que se precie, en Can Macià también encontramos una pequeña ermita dedicada a la Mare de Déu de la Mercè (actual patrona de Barcelona) que contiene frescos de Josep Pey y que fue asaltada durante la Guerra Civil. La ermita y la masía están rodeadas de viñedos, oliveras y jardines que invitan a pasear antes o después de degustar alguno de los vinos propios.
A pesar de que en Catalunya abundan masías y bodegas, no todas están conservadas con tanto esmero ni abren sus puertas de par en par como hace hoy Caves Bohigas. Es más, lamentablemente muchos de estos singulares edificios están abandonados a su suerte y en irremediable decadencia. Es por ello que Can Macià es un perfecto destino para todo aquel que desee conocer no solo cómo se produce en la actualidad un producto tan propio como el cava sino también cómo vivían las familias catalanas pudientes en el pasado.
El TravelBloggers Meeting en Tarragona #TBMCatsur nos sirvió a casi todo el equipo de DA para conocer de cerca las maravillas que ofrecía todo ese tesoro llamado Terres de l’Ebre, una impresionante extensión de 367.729 hectáreas de superficie que envuelve el delta y la cuenca del Río Ebro, el más caudaloso de España.
Semanas después la UNESCO nombraba Terres de l’Ebre como nueva reserva de la biosfera, estatus que le permitirá trabajar en la conservación de numerosos ecosistemas costeros e interiores de la región.
Nosotros también celebramos ese nombramiento por parte de la UNESCO y lo hacemos pasando a la acción. La Fundación CRAM y Demediterràning.com han lanzado una campaña para recaudar fondos para el mantenimiento y tratamiento clínico de las tortugas residentes en el CRAM, que por las lesiones que presentan no se pueden devolver al mar, pero que necesita su manutención y tratamiento veterinario. «Estas tortugas, además, són muy útiles para desarrollar proyectos de reproducción asisitida en cautividad con la intención de liberar a sus crías al Mar Mediterráneo y así ayudar a la protección de estos seres tan fantásticos y necesarios en el ecosistema mediterráneo«.
DeMediterràning.com se compromete a aportar 50€ a la Fundació CRAM por cada 10 blogueros que se unan a la iniciativa hasta un máximo de 500€. Por nuestra parte ya cuentan con nuestros 5€ por esta gran labor.
Si tienes un blog te invitamos a unirte a esta gran iniciativa. Para más información puedes revisar los detalles de la campaña en este enlace. 😉
Helsinki era un de las pocas capitales de los países nórdicos que aún me faltaba por conocer. Pero ha valido la pena que fuera así porque tras haber visitado previamente ciudades como San Petersburgo y Estocolmo, es más fácil identificar la esencia de la capital de Finlandia. Definitivamente se trata de una interesante mezcla de los muchos siglos en los que su historia estuvo unida a la de Suecia, pero también a ese siglo – Finales del XIX e inicios del XX – en el que los rusos quisieron imprimir sus huellas por demostrar su poderío.
Surge así una ciudad en la que a ratos te sientes en cualquier ciudad del centro de San Petersburgo, pero si giras a otra avenida te puedes sentir como en una calle cualquiera del barrio de Södermaln en Estocolmo. Si a eso le unimos el caracter cosmopolita que adquiere gracias a que décadas anteriores la juventud del interior de Finlandia prefería emigrar a Londres o París para encontrar una ciudad de verdad, pero en la actualidad prefieren su propia capital, hace de Helsinki una ciudad llena de vida que cada verano sus habitantes toman sus calles para hacer de estas su hogar.
Helsinki y Finlandia en general vive actualmente un proceso de encontrarse a si misma. Buscan una identidad propia que marca aún más ese carácter de rebeldía que quieren demostrar sobre todo ante los suecos. Así te encuentras con un país en el que sus iconos más representativos como el sauna se convierten en patrimonio del país. Son más de 2 millones de saunas en un país de poco más de 5 millones de habitantes. Y como dato curioso la palabra «sauna» es la más universal del idioma finés.
Pero aún así, tampoco olvidan las cosas buenas que han dejado sus vecinos. En cualquier bar o café de la ciudad podrás pedir el famoso «Karjalanpiirakka«, el pastelito típico de la región de Karelia, la única zona finlandesa que se quedaron los rusos. Están elaborados con una corteza de centeno y están rellenos de arroz. O por otro lado, el tradicional Köttbullar sueco (albóndigas con puré de patatas) que han hecho su propia versión, diría que mucho más robusta.
Evidentemente la ciudad vive todo su esplendor en el verano. Según estimaciones de la oficina local de turismo este año llegarán a la ciudad más de 500 cruceros. Y es que su posición geográfica a menos de 500 kilómetros de San Petersburgo y poco más de Estocolmo y las capitales bálticas hacen de Helsinki una parada obligada de cualquier crucero que navegue por el Mar Báltico. Bien sea para conocer la ciudad como para disfrutar una tarde de verano en sus decenas de plazas y parques públicos o, incluso, en sus cementerios, cuyos jardines están integrados y son utilizados para fines de ocio.
También es una opción para quienes visitan Estocolmo, desde donde parte cada noche un ferry. Las posibilidades de alojamiento en Helsinki son infinitas, desde el típico hostel estudiantil hasta sus increíbles 5 estrellas. Desde España hay vuelos directos con varias compañías, incluida Vueling desde Barcelona, quizás la opción más económica para llegar via aérea.