A pesar de contar con un par de ciudades coloniales destacadas (Granada y León) y una naturaleza variada y exuberante, el país centroamericano aún no está en la agenda de la mayoría de turistas europeos y americanos quienes, injustamente, acaban eligiendo siempre la vecina Costa Rica. Nicaragua mantiene tristemente la segunda posición en el ránking de países más pobres de todo América (solo tiene detrás al olvidado Haití), sin embargo es el tercer país más seguro del continente, y el primero de Centroamérica. Además de este dato (de gran valor para la mayoría de viajeros), en sus límites territoriales se hallan lagos, montañas, volcanes, playas ideales para surferos, playas ideales para el buceo, ciudades coloniales así como poblaciones indígenas y selvas impenetrables. Y todo, a mitad de precio que en Costa Rica.
El país limita al norte con Salvador y Honduras; al sur con Costa Rica; al este con el Caribe; y al oeste con el Pacífico, y está dividido en dos por una línea imaginaria que lo parte de norte a sur justo en su mitad. La mayoría de la población habita en la zona central y del Pacífico, la más desarrollada, mientras un inmenso territorio despoblado y hogar de múltiples etnias aguarda en la parte este, la que da al Atlántico. En 1972 un terremoto barrió Managua, la capital, y derrumbó casi todos los edificios construidos. Este acontecimiento, que se llevó la vida de más de 15 mil personas, obligó a refundar la ciudad, y ha acabado siendo fea, caótica y sin apenas atractivos turísticos. Por ello, la mayoría de los turistas que aterrizan en el pequeño pero confortable Aeropuerto Augusto César Sandino (apúntate este nombre si no lo conoces) se desplazan de inmediato a otras latitudes.
Dos son las ciudades coloniales que lucharon por ser la capital del país: la conservadora y coqueta Granada y la popular y libertaria León. En Granada, a escasa hora de Managua en coche, se recomienda pasear tranquilamente mientras se disfruta de sus casas de colores cuidadas con esmero. También destaca la catedral colonial, con su característico amarillo chillón, y un paseo llamado La Calzada, en el que se encuentran la mayoría de bares. Si tomamos esta calle llegaremos directamente al Lago Nicaragua, el más grande del país, y en el muelle podremos tomar una barca y visitar Las Isletas. Cerca de Granada se encuentra el majestuoso volcán Mombacho, que se puede subir a pie en unas cuatro horas. Otra interesante opción si vamos en coche es parar en el volcán Masaya de vuelta a Managua. Aunque de menores dimensiones, el Masaya se puede visitar durante todo el día, pero lo óptimo es acercarse al cráter cuando anochece para contemplar el color rojo intenso de la lava que aparece entre la humareda. Cerca se creó la Laguna de Apoyo, un precioso lago situado en el cráter de otro volcán. Sus aguas son cristalinas y desde un mirador en el vecino pueblo de Catarina podremos observarla mientras tomamos un helado.
Al noroeste de Managua está la segunda urbe más importante del país y antigua capital de Nicaragua: León. Esta ciudad colonial, feudo del sandinismo, es más grande que Granada y aunque tal vez no está tan cuidada el espíritu que transmite es mucho más auténtico. En León destaca su catedral barroca colonial, una de las más antiguas del continente, y en la misma plaza (en la que podremos combatir el calor tomando un fresquísimo raspado) se ubica el Museo de la Revolución, un viejo palacio de justicia desvencijado que actualmente es la sede social del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Allí, entre murales, fotografías y objetos de la guerra civil de los ‘80, un veterano soldado sandinista explica a los visitantes la historia de la sublevación y el papel que jugó León en el conflicto. Además, a cambio de una propina es posible subir a la azotea desde donde se tienen excelentes vistas de la ciudad. El tercer enclave importante de León es el Museo Rubén Darío, la casa donde nació y vivió el escritor más notable del país y principal orgullo patrio. Y los amantes de la aventura no pueden dejar pasar la oportunidad de bajar con trineo o con tabla la ladera del volcán Cerro Negro, el más joven de la región y uno de los más activos. Después de una corta excursión de casi una hora, en la que obtendremos magníficas vistas de la región, y tras embutirnos en un mono de mecánico nos podremos deslizar por la arena negra de la montaña a alta velocidad.
En la siguiente entrega os explicaremos qué aguarda el sur y la costa Caribe nicaragüense, y también os desvelaremos qué mágica isla enclavada en medio de un lago y formada por dos volcanes no podéis dejar de visitar.