Confieso que desde pequeño la acrofobia ha sido una de mis mayores miedos. Sin embargo, he descubierto que uno de los mejores antídotos para vencerlo es saber que si le ganas la partida tendrías a tu disposición imágenes de la naturaleza que sólo volando se pueden apreciar.
Así fue cómo hace casi un par de meses, nos encontrábamos en el Valle de Louron en los Altos Pirineos (Francia), famoso por su perfecta geografía y climatología para practicar el salto en parapente. Allí surgió la posibilidad de hacer un vuelo y romper con el maleficio de la acrofobia. En un principio estaba renuente, pero después de ver aterrizar a un adolescente de unos 13 años fue la mejor motivación para decir: ¡Yo puedo!
Y de esta forma descubrí un impresionantes paisajes que se dibujaron en mi vista tras descender 800 metros. Espero que lo disfrutes tanto como yo lo hice ¡Aunque las imágenes sugieran lo contrario!
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