Helsinki era un de las pocas capitales de los países nórdicos que aún me faltaba por conocer. Pero ha valido la pena que fuera así porque tras haber visitado previamente ciudades como San Petersburgo y Estocolmo, es más fácil identificar la esencia de la capital de Finlandia. Definitivamente se trata de una interesante mezcla de los muchos siglos en los que su historia estuvo unida a la de Suecia, pero también a ese siglo – Finales del XIX e inicios del XX – en el que los rusos quisieron imprimir sus huellas por demostrar su poderío.
Surge así una ciudad en la que a ratos te sientes en cualquier ciudad del centro de San Petersburgo, pero si giras a otra avenida te puedes sentir como en una calle cualquiera del barrio de Södermaln en Estocolmo. Si a eso le unimos el caracter cosmopolita que adquiere gracias a que décadas anteriores la juventud del interior de Finlandia prefería emigrar a Londres o París para encontrar una ciudad de verdad, pero en la actualidad prefieren su propia capital, hace de Helsinki una ciudad llena de vida que cada verano sus habitantes toman sus calles para hacer de estas su hogar.
Helsinki y Finlandia en general vive actualmente un proceso de encontrarse a si misma. Buscan una identidad propia que marca aún más ese carácter de rebeldía que quieren demostrar sobre todo ante los suecos. Así te encuentras con un país en el que sus iconos más representativos como el sauna se convierten en patrimonio del país. Son más de 2 millones de saunas en un país de poco más de 5 millones de habitantes. Y como dato curioso la palabra «sauna» es la más universal del idioma finés.
Pero aún así, tampoco olvidan las cosas buenas que han dejado sus vecinos. En cualquier bar o café de la ciudad podrás pedir el famoso «Karjalanpiirakka«, el pastelito típico de la región de Karelia, la única zona finlandesa que se quedaron los rusos. Están elaborados con una corteza de centeno y están rellenos de arroz. O por otro lado, el tradicional Köttbullar sueco (albóndigas con puré de patatas) que han hecho su propia versión, diría que mucho más robusta.
Evidentemente la ciudad vive todo su esplendor en el verano. Según estimaciones de la oficina local de turismo este año llegarán a la ciudad más de 500 cruceros. Y es que su posición geográfica a menos de 500 kilómetros de San Petersburgo y poco más de Estocolmo y las capitales bálticas hacen de Helsinki una parada obligada de cualquier crucero que navegue por el Mar Báltico. Bien sea para conocer la ciudad como para disfrutar una tarde de verano en sus decenas de plazas y parques públicos o, incluso, en sus cementerios, cuyos jardines están integrados y son utilizados para fines de ocio.
También es una opción para quienes visitan Estocolmo, desde donde parte cada noche un ferry. Las posibilidades de alojamiento en Helsinki son infinitas, desde el típico hostel estudiantil hasta sus increíbles 5 estrellas. Desde España hay vuelos directos con varias compañías, incluida Vueling desde Barcelona, quizás la opción más económica para llegar via aérea.