Cuando le comentas a alguien que te vas unos días al País Vasco normalmente te dice un par de cosas: coge un buen abrigo y disfruta de la comida. La fama de clima hostil no es del todo cierta, pero la de buen comer está más que justificada. Hace ya algunas semanas que fuimos invitados por Bizkaia Costa Vasca a la costa vizcaína para conocer in situ una de las zonas más bonitas de la península, y además de aprender sobre tradiciones arraigadas como el juego cesta pelota disfrutamos en extremo de su gastronomía. A pesar de que disto mucho de ser crítico gastronómico, soy de esos que considera la cultura culinaria de un destino como uno de sus principales atractivos. En el caso de Euskadi, la gastronomía es un auténtico reclamo que complementa de manera perfecta otros alicientes como son sus paisajes o tradiciones.
Desde mi punto de vista, la cocina vasca se fundamenta básicamente en dos pilares: una materia prima excepcional y una creatividad única para crear platos nuevos y reinterpretar los tradicionales. Ya sea cenando de pie con amigos y degustando infinidad de originales tapas o sentado en un acogedor restaurante en el que sirven platos elaborados, comer en el País Vasco supera con creces la función biológica para convertirse en un auténtico placer. La ciudad de Getxo es ideal para salir de pintxos con familia o amigos. Cada noche, pero sobre todo las del viernes y sábado, los bares y restaurantes del barrio de Areeta se llenan de grupos de amigos que se cuentan cómo ha ido la semana mientras degustan excelentes pintxos que acompañan con txakolí. En La Despensa, por ejemplo, se pueden probar tostatidas con pimiento del piquillo o bacalao con salsa y huevo poché; en el Galea destaca la merluza rebozada y los boquerones con pimientos del padrón; y en Atrio la tartaleta de higo.
Si nos desplazamos a la vecina Santurtzi encontraremos un restaurante elegante que acaba de cumplir 70 años: Kai-Alde. En este local se viven auténticas gastroexperiencias, y aunque el precio sea medio-alto bien vale la pena pagar cada céntimo de euro. Además de la carta, ofrecen también menús de precio cerrado y menú del día. El local está decorado de manera clásica pero correcta, tiene un reservado ideal para grupos reducidos y un servicio impecable (de lo mejor que he encontrado nunca). Al Kai-Alde uno va para comer auténtica cocina vasca y catar algún vino de su extensa oferta. Al encontrarnos en Santurtzi, localidad eminentemente marinera, el pescado abunda en la carta, y destacan la ensalada de ventresca, los txipirones con almejas y langostinos y el rodaballo a la brasa. Al margen de los productos marineros, en el Kai-Alde también resuelven bien las carnes y los dulces. Y es que cuando se hace bien el trabajo es normal cumplir siete décadas al servicio de los exigentes paladares vascos.
Si nos desplazamos a Bakio, donde se encuentra el célebre San Juan de Gaztelugatxe, podremos comer en el Eneperi, un restaurante archiconocido entre los locales al que se acude sobre todo para celebrar buenas noticias. El Eneperi es muy grande, y dispone de un precioso jardín que da directamente al mar. Ofrece diferentes menús cerrados, aunque lo más aconsejable es tirar de carta y escoger pescado. La profesionalidad del personal y la calidad de los productos encarecen un poco la carta, pero este elevado precio está sobradamente justificado. Para bolsillos más ajustados se puede optar por comer en la cervecera Galerna Garagardotegia, del mismo restaurante y con mesas en el exterior. En este local anexo se pueden pedir pintxos, pollo y cerveza a granel mientras los más pequeños juegan en el jardín.
Y el último restaurante que os recomendaré hoy es uno pequeño pero especial. Y digo especial porque es donde he comido los mejores txipirones de mi vida. Hasta la fecha. Me refiero al restaurante Aroa, un local tradicional ubicado en Lekeitio especializado en pescado y que sólo trabaja con producto del día. Las gambas, la lubina, el rodaballo o el lenguado son sencillamente espectaculares, y los txipirones, posiblemente los mejores del mundo. Al margen de la calidad de su cocina, en el Aroa te hacen sentir como en casa, y al estar ubicado en el centro de la población, antes o después del ágape se puede visitar en un corto paseo la basílica de Nuestra Señora de Asunción y el muelle, en el que decenas de barcas de pescadores fondean milimétricamente alineadas.
Este post solo recoge algunas sugerencias de restauración vascas, y siendo más precisos, de la costa vizcaína. Sin embargo, en Euskadi hay infinidad de restaurantes tan merecedores de una visita como éstos. Así que, si eres de buen comer, no dejes pasar más tiempo y acércate a estas tierras, tu paladar te lo agradecerá.