Después de hacer un recorrido por la Ville Nouvelle y tras sobrevivir a los 44 grados centígrados del mediodía, reposamos en el riad para disfrutar las últimas horas en Marrakech.
Después de haber soportado el calor agobiante de la ciudad entendimos por qué las calles recobran su vida al caer el sol. Aprovechamos la última noche en Marrakech para disfrutar al máximo la vida que cobra la Plaza Djemaa el-Fna.
Contemplar esta plaza es complicado. Si intentas apreciar algún detalle, los elementos de alrededor te distraen. Por eso, la clave para entender su dinámica es observarla como una escena cinematográfica en conjunto. De pronto parece que todo engrana perfectamente: bicicletas, burros, carros de caballos, curanderos, turistas, curiosos. En todo caso, debes tener en cuenta que en cualquier momento serás interrumpido por algún encantador de serpiente que te invitará a que disfrutes de su espectáculo y, como no, dar la respectiva propina para ello.
La plaza Djemaa el-Fna no es un lugar fácil. La primera sensacion puede ser de agobio, pero poco a poco y sin darte cuenta comienzas inevitablemente a formar parte de ese engranaje. Es definitivamente el símbolo indiscutible de la ciudad más exótica y cosmopolita de Marruecos.
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