Vivimos en un mundo urbano y la tendencia va al alza. Esto quedó manifestado en 2007, cuando, según estimaciones de la ONU, la población urbana superó a la rural a nivel mundial. El ser humano ha optado por este tipo de desarrollo que ha demostrado ser poco sostenible y contaminante. Tokio, indiscutiblemente la ciudad más poblada del mundo, es una enorme jungla de hormigón, acero y cristal, que contra todo pronóstico reserva generosos espacios vitales de naturaleza, dejando clara su importancia como escape a la ajetreada vida citadina.
Los parques de Tokio son verdaderos oasis naturales, y aunque es prácticamente imposible escapar del reflejo y la presencia de rascacielos y edificios, sorprende el inesperado silencio que logra apaciguar los lejanos rugidos del monstruo citadino. Espacios como estos los hay en abundancia en Tokio, sin embargo hay algunos que destacan por sus dimensiones y por la vidilla cultural que se teje a su alrededor.
Los Jardines de Hama rikyu están ubicados cerca del distrito de Ginza, el equivalente en Tokio a la 5ta Avenida de Nueva York o los Champs Elysées de París. Con una superficie verde de más de 250.000 m² que se organizan alrededor del estanque de agua Shioiri, se puede pasear al lado de cuidados árboles centenarios, así como presenciar la ceremonia del té en Nakashima, una casa ubicada junto al lago. La cercanía de la desembocadura del río Sumida permite hacer un crucero por el río hasta el distrito de Asakusa.
Si hablamos de sitios peculiares en Tokio, el Parque Yoyogi se lleva la palma. Es aquí donde la gente da rienda suelta a la más imaginativa forma de vestir, convirtiendo al parque en una especie de desfile improvisado de los modelos más estrambóticos e imposibles. Apartando el momento friki, Yoyogi es también espacio de desahogo en especial durante los fines de semana, como lugar para hacer deporte, descansar y relajarse.
Uno de los oasis urbanos más espectaculares de Tokio se encuentra en los Jardines del Palacio Imperial, residencia del emperador de Japón. La extensión completa del recinto abarca 341 hectáreas, y es la única parte del Palacio que se encuentra abierta al público. El contraste entre los rascacielos que lo rodean y la tranquilidad del sitio es abrumadora.
Un popular centro recreativo tanto para locales como turistas es el Parque Ueno, quizás menos espectacular que los anteriores, pero donde la gente de a pie va a relajarse, creando un ambiente de buen rollo insuperable. Dentro de las instalaciones del parque se encuentran edificios como el Museo Nacional de Tokio, galería de los tesoros de Horyû-ji o el Tesoro Nacional de Japón, así como numerosas esculturas de figuras de ficción japonesa.
La primavera es una época ideal para viajar a Tokio, en especial por el nacimiento de la flor del cerezo, uno de los símbolos más emblemáticos de la cultura nipona. Sin duda ya sabéis a donde dirigiros para ver el espectáculo que tiñe de rosa los parques de Tokio.
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