Pocas veces en la vida se tiene la oportunidad de conocer uno de los sitios mas reconocidos y lejanos de este lado del mundo, pero llamarlo sitio quizás no sea el término mas apropiado, ya que se estima que la Gran Muralla China tiene aproximadamente mas de ocho mil kilómetros de largo. El sólo hecho de imaginar la magnitud de esta construcción quita un poco el aliento y se comprende el por qué fue escogida como una de las nuevas siete maravillas del mundo moderno. Hacer una visita a la Muralla era uno de los puntos obligados dentro del recorrido del Transiberiano, viaje que nos llevó desde San Petersburgo hasta Pekín.
Tantas cosas se han dicho sobre esta obra monumental que sólo conociéndola pudimos sacudirnos una buena cantidad de mitos y leyendas. Por ejemplo, de camino a la Muralla recordaba que desde siempre se afirmaba que la Gran Muralla era la única estructura hecha por el hombre visible desde el espacio. Una de esas creencias absurdas que suelen creerse solo por haberlas escuchado hasta la saciedad, pero que en efecto son imposibles. A pesar de sus miles de kilómetros, su promedio de cinco metros de ancho y unos siete metros de alto, no la hace mas visible que por ejemplo, una autopista cualquiera. Este mito fue desmentido ya por numerosos astronautas que afirmaron que desde el espacio no se puede ver nada construido por el hombre.
La Gran Muralla es accesible desde muchos puntos en China, y desde Pekín hay varios tramos visitables, siendo los más importantes Badaling, Mutianyu, Huanghuacheng y Simatai. Los primeros tres se encuentran a unos 60 kilómetros de Pekín, aunque los más populares son Badaling y Mutianyu por encontrarse en buen estado después de haber sido objeto de restauración. Esta opción estaba descartada desde un principio, ya que no queríamos saber nada de aglomeraciones de turistas y vendedores ambulantes. En búsqueda de un recorrido un poco más aventurero, dimos con un tramo no tan visitado que discurre entre Jinshanling y termina en Simatai, a unos cien kilómetros del centro de Pekín.
El popular Leo Hostel de Pekín ofrece transporte hasta este tramo de la Muralla, que es poco visitado y con menos demanda por tener un recorrido más rudo. Son diez kilómetros por la Muralla desde que comienza hasta el punto pautado de recogida, y hay que tener en cuenta que al comienzo la Muralla está en muy buen estado, mientras va avanzando el deterioro se comienza a hacer más evidente hasta llegar al punto que hay sectores donde hay derrumbes, la vegetación se está devorando la muralla o pedazos del suelo están sueltos.
No es necesario tener un gran estado físico pero es mejor estar un poco entrenado, hay tramos donde la pendiente puede alcanzar los 70º lo que implica que hay que escalar un poco. Un buen consejo es anticiparse llevando calzado cómodo y ropa apropiada para la estación. Otro aspecto a tener en cuenta es que al no haber vendedores es necesario llevar comida y sobretodo agua. Durante el verano las temperaturas sobrepasan los treinta grados, y que a buen paso el recorrido puede durar unas tres horas y media. Pero lo mas importante es tomar un respiro en lo alto de una colina y observar el trazado infinito que ofrece la Muralla.
Intentar comprender la magnitud de esta obra es asombrarse ante la capacidad que tiene el hombre para llevar a cabo cualquier hazaña que se proponga. Es allí cuando comprendí que si bien es una falacia, la Muralla merecería poder ser contemplada desde el espacio.