Desplazarse por España no hace tantos años representaba una auténtica aventura. No existían las rápidas y seguras autopistas actuales ni los cómodos coches que conducimos hoy. La gente se desplazaba en carromatos tirados por mulas o utilitarios modestos y nada fiables. Ir de Barcelona a Valencia, por ejemplo, podía comportar estar más de un día de camino y tener que buscar fonda al caer la noche. Aunque los avances que gozamos actualmente nos proporcionan confort y rapidez, también han acabado con algunos placeres del viaje pausado, hacer un alto en el camino, saborear una suculenta cena y conocer otros viajeros.
Al visitar el Hostal Sport en Falset (Priorat, Cataluña) a uno les resulta muy fácil transportarse mentalmente a los años veinte del siglo pasado, cuando empezó sus andaduras este tradicional negocio familiar. En aquel entonces, esta céntrica casona del siglo XVIII daba cobijo a los forasteros que llegaban cuando se ponía el sol. Hoy se ha convertido en un bonito hotel que tiene todas las comodidades modernas pero que conserva el trato cercano y cálido que se dispensaba antaño. Hostal Sport es más “un restaurante con habitaciones que un hotel con restaurante”, afirma Marta Domènech, la actual propietaria y la cuarta generación de la saga familiar que regenta este histórico local. Y en cierta manera tiene razón. En el Sport se pueden degustar un sinfín de platos tradicionales catalanes, muchos de ellos propios de la zona, como el delicioso postre tarraconense ‘menjar blanc’ (una especie de crema catalana dulce acompañada de frutos secos), o el ‘mondongo’ (butifarra) así como recuperar el tradicional y casi extinguido desayuno de ‘forquilla i ganivet’ (cuchillo y tenedor). Y si vamos en grupo, ¿qué tal si nos reunimos en un salón restaurado que conserva un espectacular techo de volta catalana?
Un destino enoturísitico en alza
El Priorat, a menos de dos horas en coche desde Barcelona, se está convirtiendo poco a poco en un destino turístico ideal para los amantes de la buena comida y buenos vinos, y está recortando distancias a otras zonas de España que reciben este tipo de turistas desde hace tiempo. Argumentos no faltan. Los paisajes son preciosos; las viñas se extienden por doquier y cubren como mantos las montañas serpenteadas por carreteras secundarias. La sierra del Montsant, imponente desde cualquier ángulo, sirve de referencia y hace de precioso telón para las fotos. Además, con apenas 500 kilómetros cuadrados, el Priorat acoge dos Denominaciones de Origen: la D.O. Montsant y la D.O. Priorat. Es pues, una tierra que supura vino. Para preservar esta belleza, recientemente entidades e instituciones públicas han firmado la Carta del Paisaje del Priorat, un documento necesario y cuya aprobación felicitamos.
Los montes del Priorat invitan a coger una bicicleta de montaña o hacer una excursión a pie, sin embargo la mejor actividad que se puede hacer aquí es pasear entre viñedos y visitar una bodega. Cada vez son más las que abren al público y empiezan a enseñar cómo producen vinos de alta calidad, apreciados en medio mundo. Un claro ejemplo de esta apertura al turista slow es el celler Scala Dei, el decano de la región y todo un símbolo vinícola. Su bodega y centro de operaciones se divide en un par de edificios antiguos del pequeño pueblo de Escala Dei, a pocos kilómetros de Falset y a escasos metros de la primera cartuja de la península ibérica. Esta bodega comercializa vino desde 1870, cuando cuatro familias de Barcelona empezaron a distribuir los primeros caldos bajo el nombre Unión de Escala Dei, aunque los pioneros en el arte del vino fueron los monjes cartujanos, allá por el siglo XVII. Hoy la bodega ha recuperado empuje y produce cerca de 200.000 kg al año de sus cuatro viñas, que ocupan cerca de 80 hectáreas. La variedad de altura en que se encuentra la vid (que oscila entre 500 y 800 msnm) permite que sus vinos -mayoritariamente garnacha- tengan matices de sabores imposibles de encontrar en otras zonas.
Pasear, conversar, comer y beber, esos placeres ancestrales que hoy nos parecen un lujo y que sin embargo están tan cerca: en el Priorat.