Laponia desde el cielo parece brillar con luz propia. Antes de aterrizar ya se avizoraba la intensidad de su naturaleza, ya en tierra pude comprobar que los suecos conviven con ésta de manera más pacífica que en otras latitudes.
Skelleftea. Nadie en el aeropuerto de Girona supo pronunciar con exactitud el nombre de esta ciudad. Al llegar, la primera lección para recordar su pronunciación es decir en inglés la frase: She left you! Humor sueco justo apenas aterrizar 😉
Siempre he dicho que muero por la boca, y los suecos han sabido pillarme el truco. Apenas llegar me esperaba una exquisita crema de queso y zanahoria, salmón, arenques con patatas. Posteriormente durante un paseo en bici por Nordana las frambuesas están por todos lados, nunca antes había probado esta fruta en sí. Mucho más agradable el sabor que ya se han inventado de ésta.
Despedimos la tarde haciendo, como no, el famoso fika. Un break típico sueco que te permite tomar un café y comer algo dulce. Me reencontré con el chocolate ball que descubrí el año pasado en Estocolmo.
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