A veces buscas dónde has dejado las gafas y resulta que las llevas puestas. En otras, no encuentras el reloj que ya luces en la muñeca. Y muy a menudo te pasan por alto preciosos lugares que están a escasos kilómetros de tu casa, hasta que alguien te lleva y sabes que volverás. Eso mismo me pasó hace algunas semanas cuando junto con otros bloggers de viajes participamos en el #blogtripAMB, una salida que nos llevó a conocer tres espléndidos parques del Baix Llobregat (Barcelona) que ignoran la mayoría de barceloneses (entre los que me incluía).
Parque de Can Vidalet
Empezaremos el recorrido por este parque de casi cuatro hectáreas ubicado en la población de Esplugues de Llobregat, al límite con Hospitalet. Hasta Can Vidalet se acercan hoy numerosas personas a correr o leer, pero también a jugar al ping-pong, echar unas canastas de básquet o probar los juegos infantiles. Además de unas completísimas instalaciones (aparcamiento para bicis, bar, WC…), Can Vidalet hace las delicias de los amantes de la botánica, pues tiene 38 diferentes tipos de árboles y 34 especies de arbustos y plantas. Merece la pena que rebobinemos un poco para descubrir el curioso origen de este parque. Durante la segunda mitad del siglo XIX y principio del XX, esta zona hoy urbanizada eran cultivos de secano y la elegían muchas familias burguesas de Barcelona para construir sus residencias de verano. Los Vidal, Jover i Juncadella levantaron lujosas mansiones envueltas de frondosos jardines, como Can Vidalet. A pesar de que no se tienen datos exactos de la construcción del parque, algunos documentos apuntan a que fueron obra del paisajista J.C.N. Forestier i el arquitecto Nicolau M. Rubió i Tudurí, profesionales ‘top’ en aquellos años. Fueran quienes fueran, hicieron un gran trabajo del que hoy podemos disfrutar, especialmente los fines de semana. Sintetizando, en Can Vidalet destacan:
- El palacete: esta mansión neoclásica construida a principios del siglo XX es la única que se ha mantenido en pie. Durante la Guerra Civil (1936-39) fue confiscada a sus dueños (Emili Juncadella Vidal, asesinado en la cercana carretera de la Arrrabassada), y en ella se instaló temporalmente Indalencio Prierto, ministro de Defensa de la República. Hoy en día el edificio acoge una Escuela Oficial de Idiomas.
- El lago: la parte más bonita del parque es un pequeño estanque rodeado de paredes de piedra y variada vegetación. Los reclamos principales del este rincón son un menhir ubicado en su parte central y una cascada.
- El mirador: en su origen, el punto más elevado era un lavadero y contenía un depósito que servía para regar todo el parque. Hoy es un fantástico lugar desde el que observar el lago y los demás visitantes.
Horario: de noviembre a marzo de 8 a 19 horas. Abril, mayo y octubre de 8 a 20 horas. Septiembre de 8 a 21 horas, y julio y agosto de 8 a 22 horas. Cómo llegar: parada de Tram Ca n’Oliveres (T1, T2, T3).
Parque de Torreblanca
No intentes buscar la torre blanca que da nombre a este parque, pues ya no existe. Pero no te desilusiones, este espacio verde que hace de frontera de Sant Feliu de Llobregat, Sant Joan Despí y Sant Just Desvern merece una visita sí o sí. Tal y como sucede con Can Vidalet, Torreblanca era una finca propiedad de una familia acaudalda de Barcelona, los Dusai, que llegaron a ser Marqueses de Monistrol d’Anoia. Durante la Guerra Civil también fue municipalizada y ocupada por refugiados primero y guardas de asalto después. En 1982 la Corporación Metropolitana de Barcelona compró las casi 10 hectáreas de terreno a los Marqueses de Monistrol y un año más tarde abrieron el parque al público. Este magnífico jardín romántico imita la naturaleza a pequeña escala. En él podremos encontrar grutas, cuevas, lagos, saltos de agua y 51 tipos de árbol y 44 especies de plantas, muchas de ellas exuberantes. Cuesta destacar solo un par de atractivos del parque, pero puestos a elegir no te pierdas:
- El laberinto: aunque sea de dimensiones modestas, este laberinto es lo suficientemente grande como para perderse un rato solo o acompañado. Desde un mirador cercano podemos ver el interior del mismo, y a lo lejos, la Ciudad Deportiva del Barça.
- El estanco y las grutas: a ambos extremos del parque se encuentran dos estanques. El más espectacular está rodeado de rocas onduladas (algunas traídas desde Montserrat) y variada vegetación. Posee grutas, cascadas y templetes que hacen función de mirador. Antiguamente, estas construcciones circulares servían de festejador, es decir, de lugar donde las parejas de enamorados se daban cita.
- El rosal: desde el año 2005 crecen cerca de 600 rosas de toda clase en unas parcelas del parque, plantadas y cuidadas por la Asociación Amigos de las Rosas.
Además de estas atracciones, en Torreblanca encontrarás todos los domingos de 10 a 14 horas un mercado de pagès en el que venden frutas y hortalizas procedentes del Parque Agrario del Llobregat. Producto 100% kilómetro 0. Horario: de noviembre a marzo de 10 a 17:45h. Abril, mayo, septiembre y octubre de 10 a 19:45h. Junio, julio y agosto de 10 a 21:45h. Lunes no festivos cerrado. Cómo llegar: parada de Tram Torreblanca (T3).
Parque de Can Mercader
El tercer parque en cuestión se encuentra en Cornellà de Llobregat, pegado a la Ronda de Dalt. Este pulmón verde de casi 11 hectáreas era también una zona agrícola de la que se tiene constancia desde la edad media. Sin embargo, no es hasta 1746 que la propiedad pasa a manos de los Mercader, otra familia burguesa de Barcelona que se levanta aquí su ‘casa de veraneo’. La principal avenida que cruza el parque está flanqueada por plataneros, entre los que destacan palmeras centenarias de Canarias y palmeras washingtonias. De la misma manera que los dos anteriores parques, en Can Mercader hay zona de juegos infantiles, jardines con glorietas y miradores, y un lago. Pero lo que seguramente te llamará más la atención son:
- Los trenecitos en miniatura: impulsado por el Club de Amigos del Ferrocarril de Cornellà, estas preciosas réplicas de trenes reales (Euromed, Talgo, Tram etc) recorren más de kilómetro y medio de vías por diferentes zonas del parque. En ellos se pueden subir tanto adultos como niños.
- El Palacio de Can Mercader: el majestuoso edificio que preside el parque fue construido con toda pompa en 1870 para los condes de Bell-lloc, quienes lo decoraron con más de 3.000 objetos (cuadros, alfombras, fotos y decenas de pongos, algunos de dudoso gusto). Como curiosidad, cabe destacar que uno de los salones es de estética árabe y que en un baño todavía se puede ver una vetusta ducha hidromasaje, seguramente una de las primeras en construirse en el país.
Horarios: la visita al Palau Can Mercader es los domingos y festivos de 10 a 14 horas y visitas concertadas de lunes a viernes de 9 a 13 horas. El trenecito está operativo los domingos y festivos de 11 a 13:30 horas. Cómo llegar: parada de Tram Ignasi Iglesias (T1, T2) o parada de metro Gavarra (L5). Te preguntarás qué hace aquí una foto de unas bicis. Pues te explico. La salida en la que visitamos los tres parques estuvo organizada por Descobrir Catalunya, una revista de viajes que tiene portal web (en catalán) imprescindible para aquellos que quieran conocer las rutas, tradiciones y rincones más auténticos de Cataluña; y tuvimos la ocasión de desplazarnos de un parque a otro en unas cómodas bicis eléctricas, gentileza de Vaic. No obstante, y debido a la extensión y oferta de cada parque, os recomiendo que visitéis un solo parque por día.
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