Los alrededores del Coliseo Romano está invadidos de espacios verdes en los que los turistas tienen la posibilidad de sentarse a descansar y contemplar esa inmensa mole de piedra que nos puede tener mucho rato imaginándonos un muy lejano pasado de todo el esplendor del Imperio Romano. Pero si nos echamos en el césped y cerramos los ojos hay un detalle que nunca nos hará olvidar que estamos en Roma: el sonido que se produce del roce de las motos Vespa con las calles empedradas del centro de la ciudad.
«Bello, sembra una vespa« (En español «Bella, se parece a una avispa»). Esta fue la expresión que utilizó Enrico Piaggio para describir el primer prototipo de motocicleta que mandó a diseñar un año después de finalizar la Segunda Guerra Mundial. Hoy en día el sonido de centenares de multicolores motocicletas Vespa inundan la ciudad por doquier.
Ese exquisito «caos latino» por el que se caracteriza Roma adquiere otras dimensiones cuando en cada esquina y en cada cruce de calle las Vespas forman un concierto de sonidos que se funden con esa estruendosa y monumental arquitectura. Es el transporte del pueblo por excelencia, se pueden ver Vespas por doquier, desde las más fashion hasta las más sencillas que usan los repartidores de pizzas. Pero también la pueden usar los viajeros que quieran vivir la experiencia de ser un genuino romano. Eso sí, sólo recomendaría asumir esta aventura si sabes conducir muy bien en moto. El tráfico en esta ciudad puede ser de infarto.
Un americano en París (1951), La dolce vita (1960), American Pie (1999), Misión Imposible III (2006) han sido apenas una de las más de 15 películas que hacen referencia directa a las motos Vespa y su protagonismo en el espíritu urbano de Roma. Sin embargo, la escena que protagoniza Audrey Hepburn y Gregory Peck en Vacaciones en Roma (1953) es la que mejor representa no sólo la importancia de la Vespa como icono móvil de Roma, sino también el alma de una ciudad con un caos fascinante.