Abraza al mar, acaricia el sol, consiente a Gaudí o viceversa…Barcelona es justo la medida. En otoño, el sol parece asomarse tímidamente por uno de sus costados, cubriendo de sepias sus modernistas edificios de L`Eixample. En verano se desnuda ante sí misma, dejando atrás cualquier pudor que reprime el calor sofocante y la humedad.
La capital catalana es hoy un lugar fruto del orgullo que sienten sus propios habitantes sobre ella. En cualquier época del año, sus calles siempre están inundadas de turistas ávidos de conocer cada uno de sus rincones, y para suerte de todos siempre logra reinventarse y se hace cómplice para ofrecer algo nuevo.
Lejos del bullicio turístico emerge un lugar cuya ubicación camufla el tesoro que pueda representar. Justo al lado de uno de los centros financiero de Barcelona (La parte alta de la Avenida Diagonal) y el Barrio de Les Corts (famoso porque justo allí se encuentra el Campo del Barça), está la Plaça de la Concòrdia.
Aunque en sus alrededores transcurre buena parte de la vida turística y económica de la ciudad, en esta plaza el tiempo marcha a otro ritmo distinto. La tranquilidad resalta por sus cuatro costados. Por lo que se convierte en el lugar perfecto para gastar una tarde de verano en una de sus terrazas degustando una cerveza o una copa de vino, mientras se contempla que en sus habitantes transcurre un estilo de vida propio más de un pueblo que de una ciudad como Barcelona.
Uno de los lugares emblemáticos de la plaza es el Centro Cívico Can de Deu, creado especialmente para promover el jazz y, por otro lado, impulsar la importancia de un entorno sostenible del medioambiente en la ciudad.
Y si de comer o cenar se trata, el restaurante Fragments Café ofrece uno de los surtidos de tapas más variados de la ciudad, las patatas bravas merecen una atención especial. Otras delicias para descubrir ya sea en su terraza, jardín, la barra o sus comedor interior o exterior, son las gildas, rocas de parmesano con módena, anchoas con cebolla confitada, revuelto de ceps y foie…
En las calles aledañas a la Plaza se encuentra el Infussion Bar, ideal para pasar una tarde mientras se degusta infusiones venidas del Mediterráneo, oriente próximo y el más allá. Su decoración evoca la de un zoco de Marrakech…sitio ideal si se visita la Plaza en pleno invierno.
Los fines de semana también se puede apreciar la vida de los locales, gracias al mercado que también le da vida a este lugar. Pero cualquier local que alberga la plaza tiene un encanto propio: la pastelería, la farmacia, o el Florentine Cup&Cakes, un sitio para degustar pasteles, galletas y cupcakes hechas al momento.
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