Para conocer más a fondo un lugar definitivamente es necesario viajar a través de sus habitantes, personajes anónimos que le dan vida e identidad propia a un pueblo o ciudad. En mi reciente viaje a Estocolmo tuve la grata oportunidad de conocer al «amigo de un amigo» que nos ayudó enormemente a conocer en profundidad la capital sueca y, por supuesto, su aspecto social y cultural.
Nisse Tingsvall es hijo de un sueco y una española. Nació en Suecia, pero desde muy pequeño le tocó vivir en Barcelona. Sus raíces en sí y las vivencia misma de sus padres lo llevaron a conocer lo mejor de ambos países. Viviendo en la capital catalana su padre se preocupó por enseñarle el sueco y que no olvidara que allá arriba había un país que también le pertenecía. Y desde entonces su vida se convirtió en un subir y bajar entre el Mediterráneo y el Báltico.
Pero hace poco más de dos años decidió establecerse en Estocolmo y siguiendo los pasos de su familia – familias globales, si se les puede denominar de alguna forma – comparte su vida con su pareja de origen italiano. En su casa se habla sueco, español, italiano y catalán. Una especie de melting pot doméstico que muy bien podría representar la multiculturalidad olmiense. Eso sí, a su gato han acordado hablarle en catalán para no generarle un caos interno y al menos sea capaz de atender las órdenes. No en vano trabaja como traductor independiente en español, sueco, danés y noruego.
Estuvimos una tarde entera con Nisse. Entre el barrio de Södermalm y Gamla Stan nos explicó en muy pocas pinceladas su amor compartido por Barcelona y Estocolmo. Para él evidentemente son dos ciudades que le generan diferentes sensaciones, pero quizás un mismo sentimiento. Se siente tan catalán como sueco, sin embargo, al haber compartido con él en Estocolmo era evidente su pasión por esta ciudad.
Gracias a Nisse conocimos los intríngulis de las reformas de Estocolmo como ciudad y su evolución arquitectónica contemporánea para que la ciudad siga siendo habitable entre tantas islas y rodeada de agua. Entre la isla de Södermalm y Gamla Stan su increíble infraestructura de cuatro niveles por el que conviven coches, trenes, el metro y muchos transeúntes permite ver una disección de Estocolmo y su increíble desarrollo arquitectónico. Aún así, Nisse es cauteloso al momento de hablar de la cantidad de recursos que se han tenido que gastar para llevar a cabo estas obras.
Al cruzar el puente que une a Södermalm con Gamla Stan la excursión adquirió el tono más medieval que requiere entender una isla con tanta historia como esta. Este puente será reconstruído próximamente por lo que quienes vayan a Estocolmo en los próximos meses observarán un poco de caos que aún así no perturba la vida que se da en el agua que hay debajo. Se trata de ramificaciones del Lago Märalen con agua lo suficientemente pura como para nadar, pescar salmón, lucio, perca u otras especies.
Ya en Gamla Stan subimos por la calle Triewaldsgränd donde descubrimos lo que según Nisse fue una especie de Rambla de Catalunya en la época medieval. Y no es para menos, era el punto más álgido del puerto de Estocolmo. Cientos de comerciantes se agolpaban allí para comprar y vender productos que entraban por el Archipiélago.
Las serpenteantes calles de Gamla Stan sirvieron para seguir escuchando la historia sobre lo que fue en el pasado en centro urbano original de Estocolmo en el siglo XIII. En ese momento era la zona más pobres y marginales de la ciudad, hoy en día es el barrio más cool lleno de bares, restaurantes, tiendas de souvenirs y donde conviven además unas 3 mil personas.
En la plaza Stortorget Llegó la hora del «fika» o lo que vendría a el break que hacen los suecos para descansar. Incluye algún postre y por supuesto una buena taza de café. Nisse nos recordó los precios «astronómicos» de todo en el país, pero recién había hecho un recorrido por Noruega y descubrí que de los países escandinavos Suecia es el más accesible a nivel de precios.
Cuesta imaginar que durante los duros inviernos todas las islas que conforman Estocolmo quedan unidas a través del hielo. Fue ya sentados frente al edificio del Ayuntamiento que Nisse nos contó los accesorios necesarios para hacer la travesía a través del hielo y no morir en el intento. Pero hubo tiempo también para discutir el reciente cambio político que está viviendo el país en el que la derecha parece desmoronar muchos beneficios sociales que tantas décadas de gobierno socialista había reinado en Suecia. Nada sorprendente en una Europa actual aturdida por una crisis económica sin precedentes.
Hubo tiempo también para conversar sobre las grandes diferencias entre los medios de comunicación españoles y suecos. Puede que las vicisitudes de un país nórdico no tenga cabida en la primera plana de un periódico mediterráneo. Las noticias son redactadas con conjugaciones imposibles de concebir aquí: «Una mujer pudo haber muerto en un accidente de tráfico».
Llegó la hora de la despedida y como guinda Nisse nos sugirió lo que para él representa el mejor sushi de la ciudad en las profundidades del barrio de Södermalm y en un rincón cercano al lado de Medborgarplatsen que parecía más bien un centro de tatuaje con personajes más con pinta de alternativos que de japoneses. Sushi underground que terminó de dibujar la Estocolmo que Nisse se ha construido para sí mismo.
¡Gracias Nisse por presentarnos tu Estocolmo!