Hay lugares llenos de historias: ensordecedoras, trágicas, de amores imposibles, de odios por diferentes motivos, de episodios de guerra o de felicidad. Pero también muchos otros que se construyen gracias a una promesa de amor. La historia del Castillo de Kylemore combina romanticismo, felicidad efímera y tragedia en las mismas dosis. Un castillo ubicado en un idílico paisaje del condado de Connemara al oeste de Irlanda cuya energía que se percibe en este lugar pareciera querer revelar esa historia de amor truncada por la desgracia y el infortunio.
Mitchell Henry era un importante político y empresario de Manchester del siglo XIX que solía disfrutar sus veranos en los increíbles paísajes del Condado de Connemara en Irlanda. Era un destino muy popular entre la burguesía inglesa e irlandesa para la pesca y la caza que con el paso de los años se convirtió en el lugar fetiche de Mitchell. La obsesión por ese lugar lo compartía con quien para ese entonces era su novia: Margaret.
Un día Margaret le confiesa a Mitchell que era su gran sueño vivir entre las montañas de Connemara. Llegó el momento de su boda para la que Mitchell se gastó gran parte de su fortuna para mandar a construir un castillo con bosques y jardines en una de las colinas favoritas de ambos en Connemara. Era la forma de cómo él quiso demostrar su amor incondicional hacia Margaret. En 1867 tendrían como residencia fija ese Castillo construido para ella.
Como gran empresario visionario y gracias a su fortuna traída de una Inglaterra más floreciente que la Irlanda deprimida de la época, Mitchell convirtió el castillo y sus alrededores en una especie de experimento comercial y político que le trajo a la región un florecimiento económico milagroso, hecho que convirtió a este personaje en un héroe local. Tanto así que su poder e influencia económica le permitió representar por 14 años al condado de Galway en el parlamento irlandés.
Sin embargo, el destino le dio muy pocos años de felicidad. En 1874 deciden hacer un viaje de vacaciones a Egipto y allí Margaret cae enferma de tifoidea. Su gravedad fue de tal magnitud que no hubo tiempo de llevarla de vuelta a Irlanda y nada pudieron hacer para evitar su muerte. Mitchell vuelve completamente desconsolado a Kylemore y decide construir un mausoleo para que sus restos descansaran allí, en ese lugar tan especial donde siempre margaret quiso vivir.
La tragedia tocó las puertas de su vida pocos años después de la pérdida de su esposa, cuando su hija también muere de manera trágica.
Fue ese hecho el que finalmente hizo decidir a Mitchell abandonar el castillo y todo lo que había construido a su alrededor. Eran demasiados los recuerdos trágicos a los que debía tener que enfrentar cada día en ese lugar de ensueño que un día representó la promesa de amor a su esposa Margaret.
El castillo terminó en manos de un grupo de monjas benedictinas que huyeron de Bélgica durante la Primera Guerra Mundial, desde entonces y hasta hace pocos años se convirtió en un colegio exclusivo para las hijas de los empresarios y políticos europeos.
Hoy en día está abierto al público una parte del castillo así como el Mausoleo donde descansan los restos de la familia Henry. Sin duda es un lugar espectacular cuya historia pareciera ser narrada por el aire bucólico que se respira alrededor y su belleza pudiera representa aquella promesa de amor que un día significó Kylemore para Mitchell y Margaret.
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