La aventura comenzó el pasado mes de enero. Había quedado con mi amigo Claudio para asistir a la quedada de viajeros que organizó Minube en FITUR. Allí tuvimos la oportunidad de ver tres casos muy distintos de personas y/o familias que le dieron la vuelta al mundo en un año, el sueño de todo gran viajero. Quedamos alucinados por todas las anécdotas y experiencias contadas.
El subidón por descubrir nuevos destinos – desde los más exóticos hasta los más alejado de nuestra cultura – aumentó como la espuma. Al final del encuentro nos fuimos a tomar algo sin dejar de pensar en la idea alocada por iniciar un buen viaje. De pronto Claudio me dice: «Siempre he soñado con hacer el Transiberiano». En el momento no le hice caso, pero semanas después participé en otro encuentro de viajeros que le han dado la vuelta al mundo, esta vez en la librería Altair de Barcelona. Justo antes de comenzar el encuentro estuve revisando en la librería muchas guías de viajes al azar y como por arte de magia cae en mis manos la guía «Trans-Siberian Handbook de Bryn Thomas». Le hice una foto con el móvil y se la envié a Claudio y le comento que me apuntaba a hacer ese increíble recorrido en tren. No había vuelta atrás, pocas veces le hago caso a la intuición, pero las veces que lo he hecho no me he arrepentido. No se trata de la vuelta al mundo, pero sí sería un buen comienzo. Desde entonces han pasado poco más de siete meses. Mañana iniciamos el recorrido por un sueño…
- 9.288 kilómetros
- Siete días de recorrido en tren en total / El trayecto más largo del mundo
- Una travesía por ocho zonas horarias
- Tres países: Rusia (El más extenso del mundo), Mongolia y China (El más poblado del mundo)
- El cruce por tierra de la mítica frontera natural entre Europa y Ásia a través de los Montes Urales.
El recorrido lo iniciaremos mañana con un vuelo desde Barcelona a Riga. Como nos salía más barato, pues decidimos coger esa opción que implica pernoctar en la capital letona por una noche, buena excusa para conocer una ciudad más.
El sábado muy temprano cogeremos un vuelo a San Petersburgo. Después de un par de días para conocer la ciudad, arrancaremos a Moscú en tren. Una noche de viaje para llegar a la capital rusa. Tras analizar las miles de opciones para reservar los billetes de tren por Internet para todo el recorrido llegamos a la conclusión que la mejor opción era comprarlos ya una vez en Moscú. Los precios que puedes encontrar en las diferentes webs son una estafa si lo comparas con el precio real.
En el mismo hostal nos aseguraremos de que nos echen una mano para escribir en ruso en un papel los billetes que necesitaremos comprar y poder solicitarlos a vendedor de billetes en la estación. Es la forma más común de hacerlo, sin embargo, ya contamos en la mochila con un phrasebook de Lonely Planet para cada idioma: ruso, mongol y chino.
De Moscú cogeremos el famoso tren 44. Número mágico para los valientes viajeros del Transiberiano. Después de tres días y medio de viaje llegaremos a la ciudad de Irkustk, considerada la capital de Siberia occidental. Lamentablemente, por temas de tiempo hemos tenido que saltarnos una parada en Yekaterinburg y Novosibirsk. En Irkustk la idea será hacer una excursión por el Lago Baikal, el más profundo del mundo (1.637 metros de profundidad) y contiene el 20% del agua dulce del planeta (23.600 km³ de agua).
Próxima parada: Ulan Bator, la capital de Mongolia. Será el centro de operaciones para poder hacer excursiones en caballo por el desierto de Gobi y pernoctar varias noches en «gers», especie de tiendas de campaña donde viven los pastores nómadas. Personalmente, este es quizás una de las partes del recorrido que me hace especial ilusión. Las pocas personas que he conocido que han visitado Mongolia siempre comentan que allí el tiempo se detuvo en algún período de la edad media. ¿Quién ha dicho que se necesita una máquina para poder viajar en el tiempo? Bueno sí, en todo caso un tren.
La forma de hacer la última parte del trayecto que nos llevará hasta Pekín será una incógnita hasta llegar a Ulan Bator. En este caso nos encontramos con una inconveniente, pues el tren directo Ulan Bator – Pekín salen los lunes y jueves y por mucho que intentamos ajustarlo nos fue imposible. Así que optaremos por dos opciones: la primera sería coger tren desde Ulan Bator hasta la frontera Erlian Erenhot y desde allí coger un slepping bus hasta Pekín. La otra opción sería un tren que nos llevaría hasta Jining y desde allí otro tren nocturno hasta Pekín.
A Pekín le tenemos reservado al menos seis días, uno para creernos que hemos finalizado el recorrido 😉 y otros cinco días para disfrutar de todo lo que ofrece la capital china. Nos sabrá a poco, pero el Transiberiano es su recorrido en sí. Muchos coinciden y piensan que es un viaje muy introspectivo. Ya te daremos nuestras propias opiniones.
El Transiberiano está planificado al 70%. No hay manera de salir de casa con el 100% de todo organizado. Parece que forma parte de su naturaleza en sí. Esto me gusta porque una cosa es el viaje que se planifica y otra muy distinta el que resulta.
Volveremos en septiembre con muchas ganas de contarte en detalle esta gran travesía por el umbral físico de la lejanía. Y si es necesario deshacer el camino andado para poder contarlo, pues así lo haremos. De todas maneras, intentaremos darte avances – siempre y cuando el Wifi que pillemos no los permita – a través de nuestras diferentes vías instantáneas de comunicación: @Destinoactuales / @larabrito / www.facebook.com/destinosactuales.