Las ciudades son como organismos vivos que lentamente crecen o disminuyen, prosperan o se estancan, creando una metamorfosis maravillosa que para bien o para mal, suele tardar muchísimo tiempo para que el ojo humano las aprecie. En ocasiones se tiene la fortuna de ser testigo de alguno de estos cambios y en este caso me refiero al antiguo mercado del Borne, un edificio que ha sido un quebradero de cabeza para Barcelona.
Construido según el proyecto de Josep Fontserè i Mestre en 1876, el mercado del Borne proponía una nueva estética vanguardista para Barcelona,un espacio cubierto de hierro y cristal con un criterio completamente nuevo en funcionalidad, orden e higiene. La aplicación de tales materiales sólo fue posible debido a la fuerte industria siderúrgica catalana, ayudando a impulsar uno de los estilos arquitectónicos que más identifica a Barcelona: el modernista. Como espacio de reunión y encuentro, el mercado era en cierta forma, una plaza y este mismo concepto fue aplicado en los nuevos mercados que siguieron su mismo patrón estético y funcional, como por ejemplo los mercados de Sant Antoni, Barceloneta, la Concepciò y Hostafrancs.
El mercado del Borne cumplió su función a lo largo de casi un siglo, pero con la llegada de Mercabarna en 1971, los servicios de mayoristas fueron trasladados a las nuevas instalaciones y el Borne perdió su razón de ser. Durante las siguientes décadas intentaría encontrar su nueva identidad.
Inicialmente se salvó de la demolición gracias a la activa participación vecinal que lo reclamaba para algún uso funcional del barrio y después de una intensa restauración en 1979 se convirtió tímidamente en un espacio que podía acoger exposiciones y eventos de diversa índole. Después de algunas disputas que lo proponían como sede de la Facultad de Audiovisuales de la Pompeu Fabra, finalmente se aprueba su conversión a Biblioteca Provincial. La paradoja surge cuando en plenos trabajos de remodelación sale a la luz un valioso yacimiento arqueológico de la época medieval, sacando a la luz restos de la estructura urbana del barrio de la Ribera que la Guerra de Secesión Española destruyó en 1714.
Esto supuso un parón del proyecto y la nueva disyuntiva sobre qué uso darle al antiguo mercado. En 2002 finalmente se decide en impulsar la creación de un centro que aglutinara espacios comerciales, culturales y museísticos y que al mismo tiempo conviviera con el yacimiento, de esta forma nace el Born Centre Cultural.
Este nuevo centro se ha convertido en un eje primordial de hechos pasados y presentes de Barcelona, creando un espacio de reflexión pero a la vez acogiendo un nutrido programa de actividades culturales. Visitarlo es abrir una ventana al pasado de esta ciudad y a la vez conocer un núcleo fundamental en el Born, un barrio lleno de vida e historia, céntrico e ideal para encontrar alojamiento en Barcelona, sin contar que su edificio es una obra de arte en sí.
Se puede visitar libremente de martes a domingo, de 10.00 a 20.00 horas, aunque se debe pagar un importe de 6€ (4.20€ entrada reducida) para entrar a las salas de exposiciones y al yacimiento.